Te lo explico en forma de diálogo:
-Posesividad: No te vayas... me haces mucha falta.
- Libertad: ¿No te das cuenta de que no puedo quedarme atada a ti? Si me atas, me ahogas. Has de dejarme libre. Me falta el aire.
-Posesividad: pero es que me llenas mis carencias. Y mis vacíos... y sólo te quiero para mí.
-Libertad: ¿Por qué?
- Posesividad: No lo sé, sólo sé que sin ti algo me falta. No concibo mi vida sin ti y te quiero para mí.
-Libertad: Si sigues así, me iré para siempre.
-Posesividad: (en estos casos, este tipo de personas siempre salen con algún tipo de chantaje emocional, lloran o intentarán hacerte sentir culpable). Pues nunca te querrán como yo! Eres mala persona.
-Libertad: ¿no te das cuenta de lo que haces, verdad? ¿No ves que tus miedos y el hecho de querer controlarme, están minando todo lo bueno? ¿No te das cuenta de que cuanto más quieras atarme y controlarme, más me voy a querer ir?
- Posesividad: A mí no me enseñaron a querer así... Sólo quiero que tengas ojos para mí.
- Libertad: Entiendo.... pero no me puedo quedar más contigo.
- Posesividad: Si te vas, me voy contigo.
- Libertad: Es que ya me he ido.
Este diálogo se repite en multitud de relaciones, en el día a día.
Nadie es de nadie, y concebir eso es un auténtico error (así como patológico de manual) que puede costar relaciones afectivas, relaciones de amistad o cualquier tipo de vínculo.
Las personas posesivas sufren muchísimo. Pero también generan mucho sufrimiento en su entorno, haciendo que todo el mundo se vaya de su lado. A las personas posesivas se las ve a la legua, se las cala y se las detecta. Su psicología es muy básica. Pero es que nadie puede obligar jamás a nadie a estar, a mantener intactos sus sentimientos, o a ser de una persona. ¿En qué mundo viviríamos? Las personas somos seres sociales y, generalmente, las personas posesivas lo son porque necesitan llenar carencias, vacíos... Pero para mí eso no es querer bajo ningún concepto. Eso es dañar a una persona. Y dañarla mucho por puro ego, carencia y vacío emocional.
Nadie tiene derecho a poseernos. Y mucho menos, a controlarnos.
En realidad es una forma muy poco sana de querer. Lo más preocupante es que ellos creen que sí, que esa es la forma correcta de querer. Pero no es cierto. Marchitan todo lo que pasa a su lado hasta que llega un punto en el que nadie quiere estar a su lado.
El cariño de verdad, el sano, no es poseer.
Es dejar en libertad aquello a lo que quieres. Si atas a las personas, si vives queriendo que se queden a tu lado siempre y no las dejas volar, si no respetas su diversidad y que tengan más personas, ten muy por seguro que las perderás.
PSICOLOGÍA DE LAS PERSONAS POSESIVAS:
- Son inseguras: Sufren si "su objeto" de satisfacción se descontrola, si es posible que pueda tener "otros dueños" y temen perderlo.
- Necesitan controlar cada situación de su vida
- Tienen miedos irracionales
- Sienten miedo consciente al abandono o a la pérdida
- Sufren carencias afectivas desde temprana edad
- Buscan suplir sus vacíos con aquello que les genera satisfacción
- Utilizan el chantaje emocional: ej "Nadie te va a querer como yo"
- Se enfadan sin causa ni justificación
- Se camuflan bajo una coraza de seguridad
- Buscan ser los únicos en la vida de los demás por su baja autoestima
- Se sienten solos
- Intentan aislar o al menos manipular para que el objeto de su satisfacción sepa que no va a conocer a nadie como él/ella
- Idealizan
- Tienen actitud inmadura
Todos estos son algunos rasgos para que puedas reconocer estas características y poner límites. Y si te reconoces en alguno de estos rasgos, saber bien dónde están tus limitaciones para poder ser libre y dejar a los demás en libertad. No sólo por ellos sino, en primer lugar, por ti. Porque quién más sufre es quien necesita atar a los demás para no perderlos. Y eso no es calidad de vida sino una supervivencia que, a la larga, conduce a la soledad.
La libertad en el cariño, en el amor o en cualquier tipo de vinculación es fundamental. El sentimiento de necesidad o su creencia tan sólo lleva al sufrimiento más absoluto
Ana G.E. Robles ©
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