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Las Traducciones de la Mente| Holismo Terapéutico

  • Foto del escritor: Ana G.E.Robles
    Ana G.E.Robles
  • 7 dic 2019
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 22 jul 2020

Vivimos en un mundo que nos ha enseñado a etiquetar y a darle mayor relevancia al pensamiento racional que al pensamiento intuicional, olvidando esa otra parte tan importante que también nos constituye. Aquella que sale del raciocinio, de lo medible, de lo que cuando la Ciencia dice que "no existe", es porque no existe...


¿Cuántas veces has estado frente a alguien y has sentido conexiones imposibles de explicar? ¿Cuántas veces has amado? ¿Cuántas veces has mirado el horizonte sin importar nada más que lo que estabas sintiendo? ¿Cuántas veces has leído un poema o un libro y te has emocionado? ¿Cuántas veces has sabido cosas que no las sabías con tu mente? ¿Cuántas veces han ocurrido cosas a las que has llamado "casualidad"?


En este artículo voy a abordar una dimensión muy profunda del ser humano, que olvidamos por hacer caso a esas proyecciones; que no son más que el conjunto de experiencias pasadas, recuerdos ancestrales, recuerdos heredados transmitidos por genes, y que nos hacen percibir la vida de una forma "peculiar". Quizá menos completa y con mayor necesidad de control.


Nos pasamos la vida ajustándonos al cristal de los demás, olvidando muchas veces que esos cristales son sus formas de ver el mundo, y por tanto, de vernos a nosotros. Pero son los suyos... No son los reales. Son reales para cada cual, pero nosotros en realidad somos neutros.



Cuando venimos, no tenemos ninguna etiqueta. Llegamos siendo tábulas rasas de conocimiento.

Conforme vamos viviendo, nos damos cuenta al cabo de los años, que colocamos pesos a los demás y los demás nos colocan pesos -sin querer- a partir de sus cristales que no nos corresponden. Etiquetamos absolutamente todo por la necesidad de controlar las cosas. Y cuando algo no se ajusta a nuestros cristales, a nuestras ideas o a nuestras formas y vehículos de vivir, criticamos. Criticamos no porque seamos malos. No no. Es que tenemos miedo. Miedo a lo desconocido, miedo a lo que se sale de nosotros. Miedos, pánicos inconscientes que nos llevan a "atacar" eso que nos aterra. Y en realidad, es mera supervivencia. Inconscientemente, el cerebro cree que todo aquello que no se ajuste a sus esquemas, es malo. Y por tanto, lo desecha. La vía más fácil en este caso y en los tiempos en los que vivimos, es ese. La crítica.


Lo curioso muchas veces, es que siempre tendemos a ver cosas en los de enfrente sin pensar en lo que tendremos, tuvimos y tenemos nosotros. Miramos a quiénes están de forma externa, sin percatarnos, en la mayoría de las veces, que lo que ves en el otro es tuyo. Es un espejo.


TEORÍA DE LOS ESPEJOS & TRADUCCIONES MENTALES

Hasta hace un tiempo no comprendía bien qué era esto, hasta que este año se me han puesto delante personas y circunstancias, mediante las cuales he podido comprender la forma incompleta que tenía de percibir el mundo.


Tras darme cuenta, hice un experimento y una investigación, encontrando que absolutamente todos, percibimos el mundo de esta manera aprendida: Bajo las huellas de nuestro pasado.


A partir de un trabajo personal, he podido darme cuenta de la cantidad de traducciones y pensamientos erróneos que podemos desarrollar en función de nuestra historia de vida.


Todos hemos sido heridos. Ninguno somos neutrales. Todos tenemos un dolor que camina en nosotros - bien de manera consciente e inconsciente, pues todo lo que vivimos queda almacenado por si algún día lo necesitamos-. Nuevamente, vuelve a ser supervivencia.


Cuando tenemos a alguien enfrente y vemos cosas de él: buenas y menos buenas -no me gusta decir malas pues realmente, pese a las cosas que veo, no creo en la maldad del ser humano como tal. Hay muchas cosas y trasfondos que aquí no voy a analizar-. Cuando tenemos a alguien delante, nos fijamos en cómo es, en cómo va vestido, en cómo habla, si se arregla, el tipo de ropa que elige, el color, la estatura, la talla... Todo esto en milésimas de segundo y de forma casi automática, pues el cerebro, al ser eléctrico, funciona a la velocidad de la luz. Las sinapsis funcionan mediante impulsos eléctricos. Y al ser la parte más desarrollada de nuestro cerebro, lo hacemos de forma automática. Casi sin darnos cuenta.


Después de esa primera impresión, vienen los análisis más profundos. Viene cómo es su personalidad, cómo es su tono de hablar, qué sensaciones nos produce... Y empezamos a analizar muchísimo más el conjunto. Y entonces, creemos que sabemos todo acerca de esa persona. Sin embargo, hay componentes mucho más importantes que todo eso. Componentes mucho más allá de un mero análisis que, al fin y al cabo, no es real. Ese análisis es producto de tu propia proyección hacia el otro, la cual, está asentada en un conocimiento racional previo. En el tuyo.


LAS TRADUCCIONES DE LA MENTE


Todo lo que ves en el otro es lo que tú crees que es el otro, no lo que en verdad es. El otro es bajo tu propia traducción. El cerebro traduce la información que llega y las traducciones que hace, tu mente piensa que son correctas. Y efectivamente, son correctas para ti porque son congruentes con tus conocimientos, con tu historia vital, con tus recuerdos, con tus miedos, con tus anhelos, con tus necesidades, con tus vacíos, con tus sensaciones positivas... Contigo. Pero desde un plano, siempre, racional. Todo lo que proyectes, en realidad es un producto tuyo. Una forma de percibir y de traducir el mundo.

Y será correcto. ¿Sabes por qué? Porque es el tuyo.


Es el que tú has construido, el que tu historia te ha hecho construir. Es lo que la experiencia ha dejado en ti. Y estará BIEN.


Pero detrás de todo eso, detrás de absolutamente todo eso, hay un trasfondo mayor. La traducción de las sensaciones e intenciones de los demás para con nosotros, en realidad, son nuestras. Lo que de alguna forma traducimos. Pero no tiene que ser lo real. Y para ello, pongo un ejemplo:


Ejemplo de las Traducciones de la Mente:


- Dos amigas se juntan para tomar un café. La amiga 1 tiene una personalidad X, guarda unos miedos, vacíos, anhelos y también recuerdos y emociones positivas producidos por X estímulos a lo largo de toda su vida. La amiga 2 tiene una personalidad Z, guarda unos miedos, vacíos, anhelos y también emociones y recuerdos positivos producidos por Z estímulos durante toda su vida.


- Las dos amigas comienzan a hablar. Hay un diálogo, y en él, un malentendido grande que aleja a las dos amigas. ¿Qué ha ocurrido? Que cada una ha traducido desde la mente y de forma congruente bajo su historia vital, pero no bajo una realidad común que siempre siempre, es neutra. Nosotros le ponemos la intensidad, intención, tono y vibración.

¿Por qué están dolidas? No sólo por egos. Es que su conexión, lo que llevan dentro, lo que sienten entre sí, es Superior a la mente. Y perfectamente podemos hablar del Alma, donde ésta, sabe perfectamente que una vez más, es la mente quién se encarga de enmarañarlo todo. De pensar siempre o casi siempre en negativo, de pensar que el otro lleva una intención de ataque. De pensar que hay, en general, mala intención.

La traducción que se hace es la que es. Ni mejor ni peor. Es la que es. Y aleja a las dos personas. Y entonces, se instalan nuevas traducciones. Traducciones que, en su mayoría, suelen alejar todavía más pues es como si se crease una bola de nieve. Y esa experiencia queda guardada como un "dolor" más. Y en otra ocasión, ocurrirá lo mismo cuando el cerebro sienta las mismas sensaciones. Cuando crea que es atacado o herido. Tenderá a entender que quién tiene enfrente es el que ataca y tenderá a sentirse atacado. Y lo mismo puede ocurrir del otro lado, quedando la intención verdadera totalmente solapada. Quedando la intencionalidad de dentro, eliminada por unas traducciones equivocadas.


(Ante esto, la gente puede decir -no no, es que me atacan. Es que hay gente que ataca.Yo no ataco-. Cuidado... Ja ja. Atacamos y nos sentimos atacados todos. Todos hacemos todo porque nuestra máquina es igual. Pero hay algo más allá que nos define).


Aunque no sólo ocurre para los puntos negativos sino también para los polos positivos. Muchas veces, hacemos traducciones que favorecen a nuestro ego -no a nuestra Alma-, traducciones desde el placer.

Las traducciones cuando se realizan desde los extremos -sin ningún equilibrio o compensación- desde el Miedo (como en el caso anterior) o desde el Placer, podemos perdernos una cosa muy importante. Lo que verdaderamente le da sentido a la vida: SENTIR. Sentir desde el interior sin meterle la mente. Algo difícil. Y sé que escribirlo es muy fácil. Pero todo es un proceso.


CONCLUSIONES:

Cuando las Almas entre ellas se sienten, cuando las conexiones de verdad son las que mandan, cuando ese algo más allá que no se puede ver pero sí sentir, aflora, es cuando la vida queda interpretada bajo una capa de Luz, de conexión, vibración, tono, color, formas que no se ajustan a las etiquetas de la mente, sino a las etiquetas del Alma. A lo que somos y siempre hemos sido. Cuando hacemos honores al lugar del que venimos. A las etiquetas de la profundidad, de lo que nos hace evocar emociones, de lo que realmente existe. De lo que, aunque sea irónico, no se puede comprobar ni se podría, pues perdería todo lo Místico, todo lo Bello, y todo lo Profundo que lo compone. Es tan Superior y tan Libre, que no podría haber ningún invento que lo atrapara.


Todo lo que no podemos explicar, todo lo que no podemos ver como quisiéramos, en realidad sí podemos verlo. Son unos ojos que no discriminan ni comparan al que ve del ciego. Son unos ojos mucho mejores. Son ojos donde poder llegar a SENTIR la vida en toda su dimensión. Podemos ser perfectamente ciegos en el Mundo, y no por eso dejar de "ver" de verdad el mismo.


Por eso, muchas veces dicen que las personas que no pueden ver son aquellas que más sensibilidad tienen. Porque ven y miran el mundo con unos ojos mucho más profundos. Porque ven más allá de la materia... Porque pueden SENTIR de verdad, y dejan que aflore esa sensibilidad que muchas veces es la que nos salva de la vida. Porque nada, absolutamente nada sana más que la Esencia que todos llevamos dentro.


Es ese algo más allá en un cuadro, en un sentimiento, en una mirada, en una melodía, en un instrumento, en un paisaje, en un atardecer... Es, en pocas palabras, lo que de verdad nos hace sentirnos vivos. Y esa traducción, nunca, será errónea. Porque procederá de dentro, de lo que cada ser humano en realidad es.

Ana G.E. Robles ©



 
 
 

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