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Foto del escritorAna G.E.Robles

Conociendo la profundidad del ser humano: una mirada diferente| Holismo Terapéutico

Actualizado: 18 feb 2021

Imagínate que un buen día simplemente decidieras dejar atrás todo lo que conoces, todo lo que sabes, todo lo que por cánones, estereotipos o sociedad te han impuesto o vendido como correcto. Dejar atrás todos los temores que traes o los temores que te imponen. Dejar absolutamente todo. Creencias, opiniones, egos y disfrutar del mero hecho de dejarte llevar por una sensibilidad que siempre quisiste tapar o que te situó en un perfil de debilidad.


Imagínate que un buen día simplemente dejaras todas las etiquetas que te han hecho creer que eran correctas para ti, y vieras el mundo con unos ojos diferentes. No mejores ni peores, pero sí diferentes.



Imagínate poder ver lo que cada cual lleva dentro, lo que de verdad ES. La ESENCIA que habita en sí mismo.


Verlo, es un viaje a una transformación interna y de cambio interior muy grande. Porque no sólo entraña poder ver a quiénes te rodean sino que supone realizar un cambio muy profundo en ti.


Entenderás la importancia de dejar atrás juicios de valor, las etiquetas, las consideraciones, los extremos, los análisis... Todo lo que te enseñaron que tenías que hacer y con lo que tenías que vivir.


Y será, a través de esa experiencia de poder conectarte y sentir de verdad al otro, donde aprenderás y te darás cuenta de que no podemos limitar a los demás. De que cuando etiquetamos o evaluamos, estamos haciendo algo mucho más potente que poner una etiqueta. Estamos limitándonos nosotros y haciendo que el otro crea de sí mismo, que es algo que, EN ESENCIA, no es. Y ahí es donde provocaremos límites, bajas autoestimas, dolores, temores... Muchos dolores que se irán guardando en el cuerpo y en el alma.


A raíz de cambiar tu mirada, ahora tendrás la responsabilidad de situarte en el más absoluto de los equilibrios, de las comprensiones, de la Empatía... Del más absoluto respeto, cariño y entrega. Será un sentir sin etiquetar nada de lo que sientas. Será un fluir. Un despejarte de egocentrismo, de avaricia, de soberbia, de orgullo... De emociones que sólo nos ayudan en momentos contados de nuestra vida pero que no nos traen ninguna satisfacción. Más bien lo contrario. Pero hemos de atravesar por ahí para después elegir por dónde queremos caminar.


Es cierto que cuando hay vínculos y conexiones fuertes -de esos que encontramos y sabemos que hay un reconocimiento mutuo sin necesidad de decirlo pero sí de demostrarlo-, la conexión que se crea no se puede explicar, ni medir, ni cuantificar. Pero ¿para qué? Los seres humanos tenemos algo muy especial: Sentir.



Al cambiar la mirada y ver y sentir la profundidad real del ser humano, a veces no es entendible por qué las personas nos limitamos tanto, por qué hemos necesitado ponernos tantas máscaras o tantos escudos. Por qué tanto miedo a mostrar o a manifestarnos conforme somos. Pero no sólo eso... Sino por qué tanto sufrimiento, por qué nos hemos adjudicado nosotros a nosotros mismos tantos "títulos" de dolor, de limitación. Por qué una persona en la que estás viendo el alma más pura, se dice de sí mismo que no vale. Por qué tanta inseguridad cuando hay creatividades a punto de estallar. Por qué tanto miedo a no ser perfectos con la cantidad de Luz que en el fondo alberga cada cual en su interior.


A veces, se siente impotencia cuando tienes delante de ti almas puras, de esas que con las que no hace falta hablar mucho para darte cuenta de qué albergan en su interior, y ves que cada día se castigan por no llegar a la perfección. Por ver tantas y tantas corazas para que nadie o muy pocas personas accedan a ese interior tan sumamente bonito y lleno de misterios por descubrir, o simplemente soterrarse por el mero hecho de creer que no valen nada.


El ser humano es una auténtica belleza. De verdad que lo es. Aunque pensemos en el dolor, en las caídas, en lo que sufrimos a lo largo de la vida, en las cosas que nos ocurren, en las decepciones que nos llevamos, en las cosas que "nos hacen los de fuera". Todos hemos sufrido por causa de alguien. Pero en realidad, los ojos con los que estamos mirando eso, son los más terrenales. Los tangibles. Pero hay unos "ojos" que TODO EL MUNDO TENEMOS, que nos sirven para caminar con lo que realmente maneja nuestro cuerpo. Para caminar con lo que realmente es real, con lo que es único, esencial y verdadero.

Son unos ojos que al hablar, pueden captar tus lágrimas. Esas que en la quietud no le muestras a nadie. También hay unos ojos que pueden captar tus miedos, tus temores, tus partes más oscuras -o que tú crees, son más oscuras-. Y la belleza de esos "ojos" es que, vean lo que vean, siempre harán que te quedes al lado del otro porque podrás entender desde el interior, desde la raíz, sin explicar cómo.


Esos ojos, los del sentimiento, los de las emociones más profundas, los de la concepción más sensible, los del alma, son los únicos que realmente dan conocimiento de lo que de verdad el ser humano. Porque verán algo que sólo es explicable a través del sentimiento cuando nos conectamos y establecemos conexión real con el otro. Y eso, sí es el ser humano. Una profundidad llena de colores, de tonos, de luces, de timbres, de vibraciones, y de formas que esperan para su comprensión más absoluta y, con ello, su total expansión.


Ojalá cada uno pudiera ver en realidad quién es y qué es. Ojalá todo el mundo pudiera ver la Luz que alberga en su interior. Unas tienen unos tonos, otras otros... Son diferentes. Pero siempre que haya Luz, hay un camino que crear. Hay pasos que dar. Hay lienzos sobre los que pintar. Hay esperanza. Ojalá, algún día, el ser humano pueda verse a sí mismo y expandirse en toda su dimensión.


Ana G.E. Robles ©

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