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Foto del escritorAna G.E.Robles

¿Qué simboliza para mí como hipnoterapeuta la Hipnosis?

Actualizado: 24 ago 2018


Al principio creía que la Hipnosis era eso que nos muestra la televisión, donde parece que las personas se convierten en muñecos de trapo anulados de toda voluntad. Pensaba que era hablar casi como con poderes y que el paciente o hipnotizado, podía hacer todo aquello que el hipnotizador quisiera. Pero nada más alejado de la realidad. Cuando la descubres de verdad y la haces tuya, la modelas, la esculpes y ves en el otro la satisfacción de sanarse, todo esfuerzo merece la pena. Cada caso es único.

Pero es que no sólo es eso. Es que es un regalo.


Con la Hipnosis he descubierto un universo infinito lleno de multiversos. Es decir, múltiples y múltiples historias de recuerdos, que van configurando en conjunto lo que la persona es hoy.

Y cuando se despiertan y miras sus ojos, comprendes que cada una tiene su propia historia, su álbum de fotos mental, sus emociones, sus sensaciones... Pero sobre todo, que no hay nada erróneo.

Que sea como es, en el fondo es perfecta. Y poder verlo tan de cerca desde un estadio tan profundo, es como poder ver las estrellas con un telescopio enorme, pudiendo saber en qué punto de la Galaxia están, cómo se formaron, qué brillo albergan, por qué en momentos dejan de brillar, y cómo restaurar ese resplandor si sólo miran dentro de ellas.


Personalmente, la hipnosis me ha cambiado la vida. Lo que antes no entendía o me resultaba de comprensión compleja, ahora ni siquiera hago el esfuerzo de planteármelo. Simplemente, lo entiendo. No importan las razones que haya detrás, no importa quién venga, no importa nada... Sólo importa que estés y que valores el regalo que esa persona te hace, cada vez que te confía algo tan valioso como es su subconsciente e inconsciente, y permite que puedas casi "tocarlo con las manos abiertas".


El inconsciente es la parte más profunda de un ser humano. A veces, incluso, algunas culturas y concepciones lo consideran como un soplo del propio alma. (Quizá no vayan desencaminados...¡Quién sabe!)


Muy poco sabemos acerca del inconsciente, pero sí sabemos una cosa de él, y es que es el motor de nuestra vida. En él quedan todos los recuerdos desde que estábamos en el vientre materno hasta el momento actual. Todas las emociones, todas las sensaciones, todas las palabras que nos dijeron, todo lo que sentimos... Es como un Gran Libro que almacena toda nuestra historia vital y que nos envía

conductas al consciente para que podamos sobrevivir.


Pero... Volviendo a lo que simboliza para mí, es como tener una varita mágica. No desde el sentido de que los pacientes hagan lo que yo quiero, sino porque en ese estado veo tanto en ellos, que es como si la Hipnosis los transformara. Los vuelve tan vulnerables y a la vez tan fuertes por el mero hecho de

mostrar, ya sin corazas lo que albergan en su interior, que se vuelve mágico.

Veo cómo se han caído y cómo se levantan. Veo cómo su resiliencia florece cuando ni ellos mismos

sabían que la tenían.

Veo muchas veces cómo suben cimas que creen que no van a ser capaces de subir. Y es ahí cuando

pienso que mi trabajo no es cualquier trabajo, sino un regalo de la vida.

Poder estar es lo que le da sentido al hecho de ser terapeuta. Pero no sólo verlo y estar, sino también poder acompañar, comprobando cómo la propia persona se sana a sí misma. (Porque los terapeutas no sanamos a nadie, sólo damos una pequeña "linterna vital". Poder encenderla y encaminarla hacia la dirección correcta para que alumbre el camino de cada cual, sólo depende de uno. No de nosotros. No de mí. Yo no hago nada, sólo dar la mano y decir: "Vamos a empezar a dar unos cuántos pasos.

Te enseño cómo dar los primeros, pero el recorrido te toca construirlo a ti)".


Otro punto de este mágico trabajo, es poder contemplar de cerca cómo los temores desaparecen, las fobias, las emociones que bloquean, las sensaciones que no dejan a veces "respirar"... Ver cómo aquel que se siente preso no sólo es capaz de volar solo, sino que ahora ha dejado de olvidar cómo desplegar sus alas. Ver como aquel que no sabía lo que es vivir sin culpa, ahora ya no hay nada que le ate. Es ver crecer y liberarse de una manera bestial. A lo grande. Agigantada. Algo que, si me dieran la opción,

hoy por hoy no cambiaría por nada.


En definitiva, estar en sesión de Hipnosis es como tener ante ti un tesoro con candado que debes abrir con sumo cuidado. Y una vez abierto, no es cuestión de que "te lleves el botín", sino que sepas cuál es el tesoro de mayor valor para esa persona, que compruebes su estado y que, de verlo roto, lo restaures para que vuelva a brillar. Y para ello, es de suma importancia que sepas guiar y mimar lo que tienes

delante de ti.

Hay veces que ese candado no quiere o no debe abrirse. Y así debe ser. Es lo correcto. No se puede obligar a nadie a escarbar en sus recuerdos, porque algunos están muy hondos (señal de que el cerebro

ha invertido mucho tiempo en intentar olvidar para proteger a la persona).


Como terapeuta, la Hipnosis me ha regalado muchas buenas cosas. Pero la primera y la más importante, es que sea quién sea la persona que tenga delante, aprenda a mirarla con ojos de cariño haciendo que sienta seguridad. Porque he comprobado, tras muchas sesiones, que la ausencia de

ambas es la causa principal que genera tantas y tantas patologías en el presente. Algunas con nombre y apellidos, y otras, que se reflejan a través de gestos, actos, tics, manías, conductas...

Una persona se construye con amor, porque sin él, se vuelve loca. Se destruye. (Entendiendo, claro

está, que hay muchas formas de querer y muchos tipos de amor).


Por ello, la Hipnosis me ha abierto una puerta que desde que la conozco, me ha cambiado la forma no

sólo de trabajar, sino también de mirar la vida. Algo que agradeceré eternamente.


Ana G.E. Robles ©


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